La edad escolar es
ideal para el desarrollo de la coordinación de los niños que se encuentran en
una fase sensible de aprendizaje motor, por lo que su actividad diaria acabará
por marcar su futura destreza motriz. Es absolutamente necesario que el niño
haga funcionar su cuerpo, experimente con él, disfrute del movimiento... Y en
este sentido el kárate debidamente adaptado a las condiciones del
niño, proporciona un sin fin de posibilidades motoras y socio-afectivas que
podríamos concretar en los siguientes puntos:
· Mejora
el acondicionamiento físico general (haciendo especial hincapié en la
resistencia y la flexo-elasticidad, el trabajo de fuerza y velocidad
corresponde a edades más avanzadas y a estas alturas podría perjudicar al
niño).
· Busca el
desarrollo de una cierta capacidad de sacrificio y entrega frente a las clases
recibidas.
· Desarrolla
la propia personalidad en consonancia con la actividad deportiva.
· Fomenta
la socialización, las relaciones interpersonales y el sentido de la
responsabilidad de los niños a través de actividades cooperativas y de grupo.
· Enriquece
el repertorio motor a través de la práctica de las habilidades y técnicas
propias del kárate.
· Ejercita
la concentración, genera respeto hacia los demás y hacia uno mismo, proporciona
seguridad y autoconfianza...
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